Así como nosotros hemos transformado y adaptado nuestro estilo de vida a la pandemia, el virus ha hecho lo mismo. Luego de más de un año de la declaración oficial de la OMS, el COVID-19 ha ido mutando hasta desarrollar nuevas variantes.
El doctor Wilmar Maya, especialista en enfermedades infecciosas de clínicas Auna, explica que se trata de un proceso normal de todos los virus, los cuales alteran su material genético para adaptarse al ambiente en donde se van a desarrollar. Esto suele suceder cuando hay un gran índice de transmisión de la enfermedad.
La primera variante del virus del COVID-19 se encontró en el Reino Unido en el 2020. En octubre del mismo año apareció otra en Sudáfrica y a inicios del 2021 sucedió lo mismo en Brasil. Actualmente, la nueva variante de la India empieza a causar preocupación en los organismos internacionales.
¿Cómo afectan estas mutaciones al virus? De alguna manera, lo “fortalecen” haciéndolo menos detectable y reduciendo la efectividad de las vacunas. Hasta el momento se ha demostrado que estas variantes se transmiten con más facilidad, pero no se tienen datos acerca del aumento de su agresividad.
Frente al contexto, el doctor Maya destaca la importancia de la vacunación pues evita la diseminación del virus y reduce sus oportunidades de seguir mutando. La solución está en nuestras manos (en este caso, brazos).